La balada de la montaña.
No ha susurrádo. Gritó. Sin crueldad.
Su tonalidad y el boulevard.Viaje de renacimiento y encuentro.
He querido vivir y fracasé. Me gustaría conocer ese lado.
Mi casa ahora es un par de palabras,un mueble usado.
Ocuparé cada día que me queda en buscar ternura.
Acepto un tatuaje.
Vivir en la mente de otros párpados,me sé de memoria cada dolor.
El rio tiene su piedra.
La he visto caer con mis propios ojos.
En cámara lenta.
EL agua hizo círculos hasta perderse en mis retinas.
Nunca vaciló.
Y en mis labios, el mapa del tesoro.
Esa inercia de lo imprevisible.
Vida. Agua.
Me escuchó y dijo algo. Tan brillante, tan parecida al mirlo.
Que no veo la hora de permitirme volar a su talento.
Al filo de la navaja.
Juego entre las ruinas de lo que he sido.
Fuí títere - fué ayer- en la hierba espesa.
Un gemido tuyo, que bién me haría.
Oportuno,como un escalofrío.
Nadie se muere por amor.
Un beso de cinco minutos, cartas prohibidas, el recuerdo de tus pechos.
En la huelga de hambre del crimen,lo que se debe o se puede.
El anagrama de la soledad.
Una tarde solitaria absolutamente acompañado, rodeado de mentiras.
En esa interminable búsqueda de la paz.
El placer de estar entero,decidido a encontrar la familia que quiero.
Su hija habla al teléfono conmigo.
Eso me llevo para siempre.
Lo soñé ayer, en la montaña.
Puesta entre mis cosas, salgo a caminar por la playa.
Quedarme a vivir para siempre,festejando para siempre,
olvidando para siempre.
Pólen azul.
Restos de noche de bodas,palabras de verano.
El patio está donde lo dejamos, en el infierno.
Cumplo años y soy el perro que ladra torpemente.
Lo hago hasta el hueso.
Lo hago orgulloso.
Sos la medida de mi selva, me muero, me duele el pecho.
Y me siento invencible. El muelle es la llegada.
Siento los apellidos pegados en los muros, las notas,granjas abiertas de par en par.
Camino solo a través del laberinto repleto de gaviotas, desde Berlín a tu mano.
Y la montaña sigue tirando verdades por los aires,
viñedos, ganado,almas abrazadas.
Tengo prole que alimentar con ideas.
Mi padre vé la muerte venir.
Y mi brazo arroja la piedra, una vez más, al rio.
En la foto están todos, he elegido mi nombre verdadero.
Empieza una lucha épica, estoy de pie.
Mi bandera es de algodón , coraje y algo de mirra.
Mi canción tiene letra, el sonido de tu pelo al viento.
Bañado en sudor de cama, las ampollas de mis dedos.
El muchacho de oro sube al caballo. Me saluda,su abrazo es de metal.
Mi fatiga no deja de preocuparme, una grieta, no aceptaré un paso en falso.
Y estoy dando el primer paso.
Como la montaña.
Marcelo Camisay
Febrero,2013.
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