Saber que somos eso


además,
quiero expresar que con un año de eternidad me alcanza
el nombre de esa ola,
mi convicción hipnótica,
el andar pausado
tan genuino como el énfasis lo permita,
a través del tiempo
la danza,
con final poético,
ambientado y transmitido en vivo.


Un hombre rojo,
está en la esquina,
esperando su juicio final
despertando del clímax,
y el paso de los niños entre las mariposas,
existen 54 futuros,
todos de múltiples colores y sabores, huyen a paso gentil,
sobre las cornisas de ciudades vacías.


Paisajes sin los cuales no se puede vivir,
como habitaciones
los secretos familiares,
libros malditos,
sueños recién despiertos,
por el contrario, la historia no me había dicho nada de vos sin embargo,
acá estoy,
al timón,
por ingresar en las tinieblas.


Senderos, pétalos de viento que conquistar,
destellos por atrapar,
simple....es necesario ser simple, antes que las gotas hagan más ruido muy despacio,
los naranjales esperan el rocío,
para ser libres y la lectura simultánea del papiro,
son como el agua del desierto anhelado.


Cuando los ojos azules, cambian repentinamente de color,
esta vida permite que mis antepasados encuentren sus retoños,
sus padres,
el prólogo perfecto para ser tan real,
como tus adversarios quieran dar rienda suelta a la vida,
no es mas que cumplir con viejas promesas.


Estoy devorando decisiones efímeras,
me pisan los talones las urgencias, la estación arde en llamas luego de nuestra maravillosa despedida;
la oscuridad se hace añicos,
faltando tan poco para llegar a la cima acumulo escalofríos,
besarte la espalda,
recorrer ese ocre castillo vacío.


Como una cruza extraña,
como los ángeles irrefutables,
almíbar de la verdad el silencio interior ha perseverado a través de siglos y lamentos,
la lírica del cielo,
kilómetros de suspiros envenenados en cada copa de licor,
me importa muy poco esa arquitectura,
mejor corro el riesgo de perseguirte.




Marcelo Camisay

Diciembre de 2015

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