Prefacio y existencia





—Te pido algo
—Por supuesto
—Que nunca se pierda esa indirecta buena costumbre de hablarnos en canciones


soy un emisario en la narración del viaje,
me preguntan
con frecuencia
que leyenda en mi diario encuentro
Adán, solo en su jardín
como un telón de fondo
de tu microcosmos,
de tu despertar


puedo describirme hoy
en mundo humano
transparente como el olvido
aguardiente recién robada
busco esos mensajes perdidos,
en tu pelo dorado
están esas respuestas,
en tu mano
llego, al día siguiente
en el mismo instante,
cuando la patria ha sido liberada
esa hospitalidad
el clamor
por verdadero amor, nos cuidamos
nos escuchamos...
durante la cena
susurra al oído una ternura
me convence lo útil de abrazarnos
rodeados del hilo de oro de nuestra locura


el ladrón del fuego
vigila
aguarda el primer disparo
en la noche tardía,
enseña un laberinto gris
encontramos los pedazos que nos faltan
yo diría que,
en esta zona de contacto
somos tan culpables
como la hierba que nos sostiene
y en la brisa cotidiana
esa,
que te lleva de anhelo en anhelo
nuestra torpe fe quedará escrita en un libro
quizás,
nos encontremos en Londres... uno de estos días


defiendo con legítima razón
mi voluntad de volar
los dioses, acompañan en silencio
estoy loco, claro
vaya novedad


son las diez, ( no es tarde)
entendí esa mirada tuya
esto deberá resolverse entre  sábanas
no detendremos,
el fuego de las promesas
del amor omnisciente,
las rosas
que el piano reclama,
son las notas
que el rosal desea
ambos, están profundamente equivocados


advierto
a veces,
que la fuerza de la oscuridad
tu silueta,
vuelva a ponerse de pie
mi virtud plebeya
en tu racimo
y el puente sacudido por el rayo
demuestra una ingenua vanidad,
paseándose desnuda por el bosque negro
tengo hambre de gloria
y tu banquete dispuesto
el zonda me susurra
que añora nuestras charlas
esa locura de buscarle
ángulos a los círculos
el ritmo a Goethe,
la libertad a  toda jaula,
el pecado redentor al prejuicio,
el frío benévolo del infierno,
los límites naturales de un beso,
los bordes del suburbio,
las respuestas huérfanas,
el cáliz sin misa,
la niñez de todo adulto,
el cielo vacío de ángeles,
tres deseos,
tres aventuras
desparramados ellos,
sobre la turba


en una vasija enviada al mar
pasarán cien años,
para ser nuevamente encontrada
y nuevamente arrojada ,
al mismo mar
en buena ley,
una serie infinita de metas
que solo un genio encarcelado en su lámpara
podrá finalmente liberar
un crimen enigmático
perfecto
casi invisible
un hombre soñado
con ideas eternas
nacido al alba
queda colgado de una tonta metáfora
mientras,
el eco de la humanidad no ha hecho todo lo posible


vivimos entregados al descubrimiento
al arte del desierto
esa anarquía,
de la libertad obtenida
nos dice
que tenemos todo el derecho,
a confiar en las supersticiones


ellos....no ocultaban tener segundas intenciones
ilusos
ya se deslizaban por la cuarta



Marcelo Camisay
Noviembre de 2015


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