Los cerezos se mueven en la dirección precisa







—días perfectos no existen
—pero podemos inventarlos


mi vaga silueta en la tempestad,
se viste diferente
no tiene alas
y en un plano formal,
nadie podrá negarme
el espíritu de la podredumbre
sábanas,
viviendo con sabor a angustias de verano,
a silbidos
al alba,
pero, en un instante
esta ironía tan nuestra se retira
los papeles no arden,
una duda inmensa,
pliega su paraguas,
y el horizonte se adivina,
contemplando al trueno,
aún mojado
aún con vida
somos el viernes
eso aprendí recién
¡buenos días!

ninguna mariposa,
que yo sepa,
se rinde ante la tormenta
(ninguna)
¿la razón?
quizás prefiera morir abrazada al viento
le pertenece, al fin de cuentas


en su interior,
ha escuchado ella,
las voces de las piedras
mientras tanto,
los bosques se estrechan al invierno,
una y otra vez,
quedaron un instante
sin el menor deseo de comprenderse

espero que sea,
la última vez que te deseo
la sombra entre tus piernas
el bien y el mal,
que lo terrenal nos supere
y se transforme en
cae la noche
caen nuestras ropas
caen los puentes
caen las certezas
a veces con calma,
otras, con salvaje urgencia
bienvenidos a nuestro mundo
a mi

voy a ser sincero, solo por hoy
no me interesa el fin del siglo
ni el suelo frío
por la dicha escrita como un placebo
ni las hojas,
trituradas por dragones
por suerte,
en lentitud,
estoy caminando
hago un espacio para los dos
en silencio,
después de todo,
se trata de respirar
de merecernos ,
de permitirnos ser iluminados
me faltan fuerzas para desplegar mis alas
pero ellas vuelan con las tuyas
van anhelando,
maldiciendo las horas perdidas
la desolada nieve,
de tu pelo
¿qué estás viendo?
¿cuál es la forma de mis sombras?

los poetas del cementerio,
se han reunido a escribir,
teorizan sobre las vidas que tuvieron,
lloran sobre sus tumbas
son ateos confesos,
enamorados, perdidamente, de Dios
han sido,
arrojados,
a la isla donde el vasto mar
repite la plegaria,
enseñada por su sal,
iluminada desde hace siglos
ahogados por el diluvio

a la espera del paraíso extraordinario
de las caricias,
y mis lágrimas
todo futuro es de aquellos que salen a su encuentro
(ese es uno de mis mejores secretos)
es hoy el día de la máscara


los que no están en esta imagen,
reciben ahora mismo el viento en la cara
la lluvia de la tarde
están vivos.
están juntos,
tomados de la mano
respiran
inmersos,
en el viaje eterno de la vida,
abrazados frente al dolor,
pero abrazados
como dos cascadas

ninguna búsqueda de la felicidad está escrita en solitario
porque el paisaje,
así, impreso en palabras y calor ,
por la voluntad y el miedo,
quedan impregnados,
en la madera de los barcos,
que salieron... a pesar de todo
esto tiene,
una locura onírica ,
en la cuál vale la pena descansar

y lo grito,
lo celebro, y lo reitero:

sangre con gotas de miel
sangre con gotas de miel
sangre con gotas de miel



—¿cuál es la razón por la que escribís?
—para disfrutar el fracaso de una hoja en blanco





Marcelo Camisay
Abril de 2016




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