Hace un año, en Marzo, cambié la dirección de mi vida, o ella cambió todo.
Elegir entonces el camino del amor, fue lo más coherente en mucho tiempo.
Y a veces, es un amor que duele, seré honesto.
Duele la distancia, duele el abismo, duele el desconsuelo.
Falta que madure, transformarse en eterno.
Estamos en eso.-
En un espejo de agua, las manos entrelazadas, miradas que dicen todo, risas entre los setos.
La envida de los versos del poeta.
Y el amor en una niebla azul, y yo echando a correr a su encuentro.
Pero es fuerte, vigoroso, buena madera, tan increíble, que todo lo puede.
Es amor puro, innegociable, insoportablemente fiel.
Más allá, donde flamean las banderas, está el premio.
No será necesario entonces contar los días para que todo brille a plenitud.
Este tesoro que tengo en mis manos ahora, cumple un año.
Tengo la esperanza que mi velero llegue a su meta, al jardín, a la madurez del cerezo.
Estoy sentado en mi piedra favorita, y festejo el primer año del amor verdadero.
El primer grito del atardecer.
Por la huida de la soledad del alma , atravesando las capas del presente.
Mi copa de vino estalla en mil pedazos,
Porque el tiempo no tiene su forma pasada
Hace un año, en Marzo, cambié la dirección de mi vida, o ella, sutilmente, cambio todo.
Lo sé, por el impacto de las lágrimas.
Marcelo Camisay.
Marzo, 11, de 2012
Elegir entonces el camino del amor, fue lo más coherente en mucho tiempo.
Y a veces, es un amor que duele, seré honesto.
Duele la distancia, duele el abismo, duele el desconsuelo.
Falta que madure, transformarse en eterno.
Estamos en eso.-
En un espejo de agua, las manos entrelazadas, miradas que dicen todo, risas entre los setos.
La envida de los versos del poeta.
Y el amor en una niebla azul, y yo echando a correr a su encuentro.
Pero es fuerte, vigoroso, buena madera, tan increíble, que todo lo puede.
Es amor puro, innegociable, insoportablemente fiel.
Más allá, donde flamean las banderas, está el premio.
No será necesario entonces contar los días para que todo brille a plenitud.
Este tesoro que tengo en mis manos ahora, cumple un año.
Tengo la esperanza que mi velero llegue a su meta, al jardín, a la madurez del cerezo.
Estoy sentado en mi piedra favorita, y festejo el primer año del amor verdadero.
El primer grito del atardecer.
Por la huida de la soledad del alma , atravesando las capas del presente.
Mi copa de vino estalla en mil pedazos,
Porque el tiempo no tiene su forma pasada
Hace un año, en Marzo, cambié la dirección de mi vida, o ella, sutilmente, cambio todo.
Lo sé, por el impacto de las lágrimas.
Marcelo Camisay.
Marzo, 11, de 2012
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