Trafalgar, esa batalla que no conozco
sin melancolía, sin hielo , sin terror.
vuelve el silencio
ese inagotable vacío del poeta
esa gota triste de agua corriendo por tu mejilla
mi cielo; el ágora
¿tuve otra vida o la vida me tuvo a mi?
tanta conciencia desperdiciada bajo los huesos
Sin embargo, el pájaro de Galileo está volando
inhóspito, sagrado, anhelante
como el viento blanco
Descubriendo nuevos mundos opacos
sangrando por los labios recién mordidos
retozando en la hierba
Se sabe dueño de la distancia, su mármol todo lo puede
y depende del cristal con que se lo mire
Despega y desde el aire
pasan las casas, los setos, el almíbar
pasan los tiempos, los caminos y baldosas
se adivinan nuevas miradas
invitados todos están a nuestra memoria
el pájaro de Galileo aletea en la tormenta
Se adueña del mar
y del olvido
Cuenta las lápidas, las hojas, los albores
determina ocasos y reinos recién despiertos
el pájaro de Galileo hace un pacto con el diablo;
pero se niega
tiene miedo
es tan solo un pobre diablo.
No sabe nada sobre la pasión
no conoce aún el insomnio de la muerte
Se detiene, un instante, el pájaro de Galileo
Lee a Cummings, retoma el sendero
prueba el iris de tus ojos enormes
lamentos de almíbar, cerezos recién despiertos
Hay paz
armonía
dejo de llover.
No hay corazón roto, y puede caminar ahora libremente a través de las estrellas.
Por eso: no quisiera yo morir
sin haber tenido tu vestido en mis manos.
sin haber lavado tu pelo
sin haber sido pájaro
sin haber sido Galileo
Marcelo Camisay
Noviembre de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario